Chau arroz, carne y tomate… ahora la onda son los iPhone y la tecnología sin impuesto
ROSARIO — El cambio de paradigma es total. El olor a bife ya no seduce. El tomate pasó de ser fruto nacional a artículo de lujo. El arroz, antes símbolo de humildad nutritiva, hoy es visto como “carbohidrato de pobres”. En la peatonal Córdoba, los murmullos no hablan de milanesas ni de ñoquis del 29: hablan de cuántos gigas tiene el iPhone nuevo y si conviene más el 14 Pro Max o el Samsung Z Flip.
GENERALES
Por Redacción Bizcochera
5/14/2025


Chau arroz, carne y tomate… ahora la onda son los iPhone y la tecnología sin impuesto
Por Joaco del Garzo
ROSARIO — El cambio de paradigma es total. El olor a bife ya no seduce. El tomate pasó de ser fruto nacional a artículo de lujo. El arroz, antes símbolo de humildad nutritiva, hoy es visto como “carbohidrato de pobres”. En la peatonal Córdoba, los murmullos no hablan de milanesas ni de ñoquis del 29: hablan de cuántos gigas tiene el iPhone nuevo y si conviene más el 14 Pro Max o el Samsung Z Flip.
Con la reciente eliminación de impuestos a la importación de tecnología, se desató el furor. En pleno centro, mientras el tomate supera los 3 mil pesos y la carne se raciona como en la posguerra, los locales de electrónica hacen promociones a lo Woodstock. La moda ahora es decir:
“Comer es de los 2000. Lo de hoy es scrollear con dignidad”.
iPhone al vacío, Xiaomi grillado
En algunos bares del microcentro, ya se ofrecen combos como el “Desayuno Silicon Valley” (café con leche y un unboxing de auriculares inalámbricos) o la “Promo Almuerzo Digital”: pan con pan y un adaptador HDMI de regalo. Comer bien ya no es símbolo de bienestar: es sospechoso.
“Si te comprás un kilo de carne, te miran como si tuvieras un offshore en Bahamas. Pero si venís con un iPhone 13, te aplauden”, dice Matías, un influencer de finanzas que sobrevive a polenta pero transmite en 4K.
“¿Tomate cherry? Prefiero chip Snapdragon”
La nueva escala de valores es clara: la pirámide de Maslow fue intervenida con stickers de Apple. El estatus no se mide por el carrito del súper, sino por el brillo de la carcasa. Comer tres veces por día es considerado vintage, casi tan rancio como tener obra social estatal.
“El tomate pasó de moda. Es un alimento sin wi-fi”, declaró un joven entrevistado frente a un local de electrodomésticos. “Prefiero un smartwatch que me avise que me estoy muriendo antes que un churrasco que no me diga nada”.
Nutrientes vs. Notificaciones
Un informe de campo no científico realizado entre las 13 y las 14 h en peatonal Córdoba arrojó resultados concluyentes:
73% de los encuestados prefirió un auricular Bluetooth a un kilo de nalga.
62% dijo que si tuviera que elegir entre una ensalada completa o una funda de iPhone transparente, se queda con la funda.
89% afirmó que “el arroz llena pero no vibra”.
“Comer bien es de tibios”
Frases como “¿para qué quiero proteína si tengo almacenamiento en la nube?” o “no tengo para un tomate pero me actualicé a Android 14” son cada vez más comunes. En las plazas, ya no hay mate con bizcochitos: hay cargadores portátiles y anillos inteligentes midiendo la glucosa del aire.
Un jubilado fue retirado por personal de seguridad tras intentar pagar en un local de electrónica con una bolsita de lentejas: “Me dijeron que no era moneda de cambio aceptada. ¡Si supieran que en los ‘80 comprabas media ciudad con eso!”, exclamó con indignación.
¿Qué dice el gobierno?
Desde sectores oficiales afirman que esta transición “responde a una lógica moderna de consumo digital”, y que “los argentinos quieren conectividad, no carbohidratos”.
“Hoy la soberanía alimentaria se mide en megas”, declaró un funcionario que prefirió no dar su nombre ni su clave de Wi-Fi.
Economistas de la nueva era coinciden: “Hay que adaptarse a la economía de la pos-dieta. Los países que avanzan son los que digitalizan la merienda”.
Nueva canasta básica (versión 2025):
1 módem WiFi
2 cables USB-C
1 power bank 20.000 mAh
1 celular con mínimo 3 lentes
0 frutas, 0 legumbres, 0 ganas de masticar
Conclusión: hambre sí, pero con notificación push
Rosario no se queda atrás. Si antes el olor a milanesa calentaba el alma, hoy lo hace una app de delivery que llega con cinco minutos de delay. Comer está sobrevalorado. Lo importante es que el hambre se pase viendo reels en 5G.
En un país donde llenar la panza cuesta más que renovar el celu, la nueva consigna es clara: “Me falta hierro, pero tengo Face ID. Y eso, compañero, es progreso”.